Un final trágico

Autor: Antonio del Cerro

Judith es una chica poco común. Francisca también. Las dos trabajan en el muelle de Santa Mónica. La mercancía con la que trabajan es peligrosa y muy valiosa. Son traficantes de armas bacteriológicas. Judith empezó como mafiosa robando camiones. Francisca, o Paca, era terrorista en su país de origen. Les busca la policía por vender su mercancía para ganar mucho dinero. La tela de araña las protege porque ellas no venden el producto en persona. Utilizan intermediarios a sueldo que son los que normalmente arresta la policía. Aun así, un comisario muy inteligente sabe que ellas están detrás.

Un día hubo un fallo con un paquete que se abrió y expulsó producto nocivo. Esto sucedió porque estaba mal embalado. Rápidamente, Judith y Paca metieron la caja en un camión robado que querían usar para otro trabajito. Se subieron al camión en dirección a la comisaría de policía más cercana. Allí dejaron el camión abierto y se dieron a la fuga. Mataron a varios policías. El comisario se juró a si mismo que capturaría a las dos chicas.

Con el tiempo, el comisario olvidó a Judith y a Paca, y ellas pudieron continuar con su trabajo de traficantes de armas bacteriológicas hasta que la competencia las liquido. En este caso, gajes del oficio y juego sucio es el resultado del trabajo con las armas más devastadoras.

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